Contenido publicado originalmente en julio de 2017
No sé si ustedes están de acuerdo conmigo, pero hay algunos autores y libros que es casi imposible leer solo una vez. Tengo varios libros que ya forman parte de mi vida, de mi día a día, como si fueran un consejero allí al lado, listo para ser consultado. Una y otra vez me encuentro hojeando las páginas para revisar algún concepto, apropiándome de algún nuevo conocimiento duradero o algo que pueda apoyarme en un desafío determinado.
En estos días, después de escuchar un pedido de un amigo y darme cuenta de que su dolor me toca, me vi obligado a confiar en uno de mis “asesores” favoritos, e inmediatamente después me fui a hojear el libro ¿Por qué hacemos lo que hacemos? – de Mario Sergio Cortella – uno de los filósofos brasileños más conocidos. Muy a menudo recibo preguntas de amigos y clientes que quieren saber consejos sobre cómo motivar a sus equipos. Y por eso, y principalmente por las conversaciones que tengo, me doy cuenta de que la mayoría de las veces no estamos logrando entender el verdadero significado del término motivación. Esto es normal, ya que en los últimos años nos hemos visto inundados de conferencias y cursos sobre este tema. Entonces, decidí compartir aquí en este espacio un poco de la interpretación que tengo sobre el tema y cómo utilizo esta importante definición para tratar con las personas y equipos con los que me relaciono.
Del libro de Cortella tomo una frase que puede ser el punto de partida de mi comprensión de este tema: “la motivación es una puerta que sólo se abre desde dentro”. Esta percepción marcó toda la diferencia para mí. Ella me hizo tomar conciencia de que yo no motivó a nadie. Que cada persona tiene esta fuerza dentro de sí. Tiene la capacidad de motivarse a sí misma. Por eso, cuando me llama un amigo o cuando estoy con alguien y me preguntan cómo motivar a un equipo, mi primera respuesta es: “Vea, la motivación es una puerta que solo se abre desde adentro”.
Creo que estamos confundiendo motivación con aliento. Usted, como gerente, puede y debe alentar a su equipo. Este estímulo es a menudo importante para que una persona gane fuerza en lo que está haciendo, se inspire, se anime. Pero la motivación en sí, la que sustenta la acción (sustentación) tras el primer aliento, sólo puede provenir del propio individuo. ¿Quiere ver un ejemplo de esta distinción? ¿Cuántas veces usted ya ha participado en una conferencia motivacional, o en una acción de su empresa donde se queda tres días en un resort, en una convención de ventas, por ejemplo, con varias actividades “motivacionales” y regresa a su casa “con todas las pilas”, con la carga llena y con la certeza de que, de ahora en adelante, usted explotará, que las experiencias eran todo lo que necesitaba para dar un salto?
La cuestión es que después de la resaca viene la realidad, llega el lunes, vienen los desafíos y esa “motivación” de a poco se va desgastando, agotándose hasta que la empresa aporte otra dosis de “motivación”. Este tipo de interpretación sobre la motivación me hace acordar del globo de la fiesta. El sábado, después de inflado, está bien lleno, lindo, reluciente. Se acabó la fiesta, el domingo empieza a desinflarse y, el lunes, ya tiene la mitad del tamaño que tenía cuando fue alentado, o sea, inflado.
Pero, ¿dónde busca el individuo la motivación? Por lo general, la motivación está en lo que la persona desea. En aquello con lo que ella se realiza, se completa. Está íntimamente ligada a la finalidad de cada uno y al resultado de su trabajo. Me veo en lo que materializo. Con el apoyo de Cortella, somos seres subjetivos y necesitamos hacer algo para objetivarnos, para reconocernos. Por eso el trabajo y lo que hacemos es tan importante en nuestras vidas. Por eso, las personas a las que no les gusta su trabajo no hacen las cosas bien, no se reconocen en el resultado y, en consecuencia, viven desmotivadas, necesitando y exigiendo constantemente “motivación”, es decir, aliento. De ahí la recurrencia de este tema en los dolores de muchas personas con las que hablo: “Necesito motivar a mi equipo”.
Pero vea, incluso puede liderar un equipo desmotivado y hasta puede que pasen ciertas cosas. Pero creo que los resultados difícilmente serán expresivos. Las personas y los equipos motivados van más allá de la obligación. Buscan la excelencia como resultado final. Tienen la obligación como punto de partida, es algo como que este resultado es el mínimo que debemos alcanzar. Como líder, por lo tanto, me corresponde animar a las personas a encontrar sus motivaciones. Escuchar atentamente a cada persona de mi equipo para ayudarla a encontrar el trabajo y el rol que más la realice. Alentar es mi rol, la motivación es el rol de ella.
Cerrando con un chiste que Cortella hace jugando con las palabras y que me ayuda mucho en la distinción entre Motivación x Aliento, les dejo la siguiente frase de él: “La motivación es el aliento interno y el aliento es la motivación externa”.